Entonces el rey dijo a Amán, que era príncipe del reino: Date prisa y toma la ropa y el caballo, como has dicho, y hazlo así con Mardoqueo, el judío, que está sentado a la puerta del rey, cuya nacionalidad. Por la presente se declaró abiertamente, a pesar del decreto que miraba hacia la destrucción de los judíos, la mano de la Providencia apareciendo así a lo largo de la historia. Que nada falte en todo lo que has dicho, ni un solo punto debe ser omitido en toda la excesiva exhibición de honor que Amán había buscado para su propia persona.

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