Y su hermana se mantuvo a distancia para saber qué se haría con él. Miriam había alcanzado así una edad en la que podía ofrecerse voluntariamente para cuidar del bebé, para averiguar qué le sucedería. El lugar elegido por la angustiada madre fue el frecuentado por la hija del faraón para bañarse, y este hecho entró en sus planes. Ella confió en que el Señor cuidaría de su hijo, porque la fe se atreverá a muchas cosas por algo que tenga la aprobación de Dios.

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