Y el Señor hablaba a Moisés cara a cara, como habla un hombre a su amigo. No fue una comunicación a distancia, ni a través de ninguna persona o agencia mediadora, sino la perfecta relación de Dios con el amigo de Dios, aunque no en la plena revelación de Su gloria. Y él (Moisés) volvió de nuevo al campamento, después de haberse comunicado con Dios; pero su siervo Josué, hijo de Nun, un joven, no salió del tabernáculo.

A él, como hombre soltero, le fue confiado el cuidado del Santuario de día y de noche. Aprendemos aquí que la infidelidad, la idolatría, excluye a una persona de las relaciones sexuales, de la comunión con Dios, y que es la voluntad de Dios que todos los transgresores se vuelvan a Él con un arrepentimiento sincero y ferviente.

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