Y ellos les dijeron: El Señor os mire y juzgue, porque habéis hecho que nuestro olor sea aborrecido a los ojos de Faraón y de sus siervos para poner una espada en su mano para matarnos. Fue un reproche de amargura y desesperación: nos habéis hecho apestar, nos habéis puesto en mala reputación. El rey y sus sirvientes ahora no tenían nada más que mala voluntad y aborrecimiento hacia ellos, y este sentimiento estaba destinado a encontrar su salida en actos de crueldad, en castigos y derramamiento de sangre.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad