Y si el profeta, uno que realmente se considera un ministro de Jehová, es engañado cuando ha dicho algo, permitiéndose, por cualquier motivo, ser descarriado y desviarse de la voluntad claramente expresada del Señor, de modo que su mensaje confirma a los pecadores en su obstinación, yo, el Señor, he engañado a ese profeta, permitiendo que un espíritu de falsedad le transmita un mensaje acorde con la obstinación del pueblo; y extenderé mi mano sobre él y lo destruiré de en medio de mi pueblo Israel.

Una de las razones de Dios para permitir que la profecía falsa avanzara tanto en los últimos años de la existencia de Judá fue que el proceso de separación entre los israelitas verdaderos y falsos avanzara con el vigor y la velocidad adecuados.

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