Entonces dije: ¡Ah, Señor Dios! Dicen de mí: ¿No habla parábolas? Ezequiel se quejó así de que sus compatriotas no podían entender esta forma de mensaje y por lo tanto despreciaban y rechazaban sus advertencias. Cuando los hombres no quieren comprender el mensaje del Señor, se las arreglan para encontrar excusas de diversa índole o, fallando en esto, ridiculizan a sus siervos y su predicación.

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