hasta el final, con este objetivo final en mente, que ninguno de todos los árboles junto a las aguas se ensalce por su altura, todas las demás naciones se benefician del ejemplo de Asiria, ni se disparen entre las densas ramas, entre las mismas nubes del cielo, ni sus árboles se levantan en su altura, con el mismo orgullo pecaminoso, todos los que beben agua, mientras obtienen su fuerza solo del Señor; porque todos han sido entregados a la muerte, a los abismos de la tierra, al reino subterráneo de la muerte, en medio de los hijos de los hombres, con los que descienden al abismo.

¡Cuán tonto es que los poderosos de la tierra se enaltezcan en un orgullo pecaminoso, cuando, después de todo, todos son hombres débiles y mortales, totalmente dependientes de la bondad del Dios cuya providencia sola los sostiene!

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