Por tanto, pondrás tu rostro hacia el sitio de Jerusalén, que siempre estaba delante del profeta en el dibujo que había dibujado, y tu brazo, es decir, el brazo libre en cualquier caso, estará descubierto, desnudo hasta el hombro, para tener uso libre de él en todo momento, y profetizarás contra él, tanto por su actuación simbólica como por la proclamación del mensaje del Señor.

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