Y dijo Dios a Abraham: En cuanto a Sarai, tu mujer, no la llamarás Sarai, sino que Sara será su nombre. Este cambio de nombres es significativo, ya que la esposa de Abraham, hasta ahora conocida como Sarai, "la principesca", "heroína", de ahora en adelante se llamaría Sara, "princesa", como antepasada de príncipes y reyes. Así, la promesa de Dios se redujo, primero de un miembro de la casa de Abraham a un hijo de su propio cuerpo, y ahora a su propio hijo por Sara, su esposa, no por una esclava.

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