También a Adán y a su esposa el Señor Dios hizo túnicas de pieles y los vistió. De modo que la primera vestimenta real del hombre fue la obra de Dios; Él les autorizó, les dio instrucciones, para que se hicieran túnicas de pieles, que debían usar como cobertura para su desnudez y como protección contra los rigores del cambio de clima. Entonces, a partir de esta época, a los hombres se les permitió matar y sacrificar animales para su propio uso.

Este acto de Dios, dicho sea de paso, sirve como base para todo orden y decencia en materia de vestimenta en todas las circunstancias. Si el vestido del hombre o de la mujer no cubre su desnudez, pero sugiere o revela tales encantos que tienen un atractivo esencialmente sensual, entonces no sirve al propósito para el cual el Señor lo quiso al principio, entonces se convierte en una herramienta en el servicio del pecado.

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