He aquí, enviaré una ráfaga sobre él, influiré en sus juicios y acciones mediante un espíritu que lo guiará de acuerdo con los planes del Señor, y oirá un rumor, una mala noticia y volverá a su propia tierra, en lugar de atacar a Jerusalén, como evidentemente tenía la intención de hacerlo; y lo haré caer a espada en su propia tierra, por mano de asesinos, como se relata al final del capítulo.

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