No hay quien la guíe entre todos los hijos que ha dado a luz, nadie que la dirija mientras estuvo en este estado indefenso de terror ebrio; ni hay quien la tome de la mano para sostenerla y fortalecerla, de todos los hijos que crió. Es imposible traer la salvación a la humanidad por una mera moralidad externa, por una mera elevación social como se proclama en nuestros días. La ira de Dios por los pecados de la humanidad solo puede apaciguarse mediante la expiación del Salvador, que convierte la ira en gracia.

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