Ciertamente las islas, los habitantes de las costas e islas del mar Mediterráneo, me esperarán a mí y a las naves de Tarsis, aquí representando a sus dueños, primero, como los primeros entre los gentiles en reconocer a Jehová, para traer a tus hijos de lejos, con gran prisa, su plata y su oro con ellos, al nombre del Señor, tu Dios, para darle honor y alabanza por las bendiciones de salvación que les concedieron, y al Santo de Israel, cuyo celo contra todos enemigos ha resultado en el mayor beneficio para ellos, porque Él te ha glorificado, haciéndolos partícipes de Su gloria divina.

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