Así dice el Señor: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies, una declaración majestuosa de su omnipotencia y dominio; ¿Dónde está la casa que me edificasteis, y dónde está el lugar de Mi reposo? El Señor no desea ni el templo ni el culto de los que lo han abandonado; son abominación a sus ojos.

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