Porque todas esas cosas que hizo Mi mano, todo lo que los hombres pudieran ofrecerle era Suyo incluso en virtud de Su creación, y todas esas cosas han sido, dice el Señor, el cielo y la tierra con todas sus criaturas habiendo sido traídas a la existencia por el palabra de su poder, por lo que los hipócritas y los creyentes de nombre no tienen nada de lo que puedan enorgullecerse; mas miraré a este hombre, a quien el Señor considerará con favor, aun al que es pobre y de espíritu contrito, cuyo corazón está lleno de arrepentimiento genuino y tiembla ante Mi Palabra, que se asombra ante la palabra de Dios. Palabra santa y voluntad y rehuye una ortodoxia muerta así como una religión de obras.

A una persona así, el Señor mira con misericordiosa compasión, la acepta con una expresión plena y libre de Su gracia. Se expone ahora el aborrecimiento que siente el Señor con respecto a la mera observancia externa de las formas de religión.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad