Sin embargo, Señor, Tú conoces todos sus consejos contra mí para matarme, siendo plenamente consciente de sus planes asesinos contra Jeremías. No perdones su iniquidad, ni borres su pecado de tu vista, pasando por alto con indulgencia su maldad, sino que sean derribados delante de ti; trata así con ellos en el tiempo de tu ira. Esta apelación, a la manera de los salmos imprecatorios, fue inspirada por el celo del profeta por el honor de Jehová, ya que los oponentes obstinadamente se negaron a escuchar la razón y las advertencias de Dios que los llamaban al arrepentimiento.

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