REFLEXIONES

¡LECTOR! que sea tu deleite y el mío, bajar con mucha frecuencia a la casa del Alfarero, donde el Señor hará que escuchemos su palabra. Seguramente, podemos clamar con la Iglesia de antaño en cada ocasión de la vida; pero ahora ¡oh Señor! tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú nuestro Alfarero; y todos somos obra de tus manos. Y la cosa formada dirá al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? Y si es (como indudablemente lo es) el privilegio y la prerrogativa del Señor, hacer vasijas del mismo barro, para diferentes propósitos, y algunos para honrar y otros para deshonrar; ¿No hará nuevo Jehová también, como le plazca? ¿Y no sólo nuevo, sino también uso, para los diferentes propósitos de su propia voluntad y placer sagrados? ¡Señor! Te ruego que hagas por mí, me nombre y me utilices como mejor te parezca para tu infalible consejo, propósito, y lo haré: pero ¡oh! ¡Hazme nuevo en Cristo Jesús y hazme un vaso para el uso del maestro, para servirle aquí y glorificarle por toda la eternidad!

¡Señor! a todas las maquinaciones de los impíos, y toda la malicia del enemigo y sus agentes, contra tus fieles, como el Profeta; da gracia a tus siervos, y confusión a sus enemigos, para que con tu fuerza, toda tu ejercitada familia sea fuerte, y hecha más que vencedores, por ti y tu gran salvación.

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