Porque vergüenza devoró el trabajo de nuestros padres desde nuestra juventud, a saber, los ídolos, cuya adoración trajo vergüenza y deshonra a sus adoradores ; sus rebaños y sus vacas, sus hijos y sus hijas, porque su servicio no solo requería un flujo constante de sacrificios, sino que su adoración también traía sobre el pueblo el castigo del Señor, por el cual sus hijos eran arrancados de su lado.

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