Por tanto, los príncipes dijeron al rey: Te rogamos que muera este hombre; porque así debilita las manos de los hombres de guerra que quedan en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, al hablarles tales palabras, hizo que sus manos colgaran impotentes, los desanimó por completo; porque este hombre no busca el bienestar de este pueblo, sino el mal. En lo que respecta a las apariencias externas, había algún fundamento para la queja de los gobernantes, porque las palabras de Jeremías ciertamente tendían a desalentar cualquier intento de defender la ciudad.

Al mismo tiempo, Jeremías fue el mejor de los patriotas, que tiene el verdadero bienestar de su pueblo a la vista, para el espíritu exhibido por los gobernantes no era una confianza fundada en la voluntad divina, sino una obstinación carnal, que fue obligado a llevar a destrucción.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad