Por tanto, los príncipes dijeron al rey: Te rogamos que se dé muerte a este hombre, porque así debilita las manos de los hombres de guerra que quedan en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, al hablar tales palabras a ellos: porque éste no busca el bien de este pueblo, sino el mal.

Que este hombre sea condenado a muerte; porque... debilita las manos de los hombres de guerra... al hablar tales palabras. Si Jeremías no hubiera tenido una comisión divina, podría haber sido acusado con justicia de traición; pero teniendo uno, que hizo seguro el resultado del asedio, actuó humanamente, como intérprete de la voluntad de Dios bajo la teocracia, al aconsejar la rendición.

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