Porque así dice el Señor a los hombres de Judá y de Jerusalén, la capital se menciona particularmente como el centro del culto judío: Arrancad vuestro barbecho, el de sus corazones, que es como tierra salvaje cubierta de malas hierbas, donde sólo se efectúa la purificación. con un arado profundo y repetido, y no sembrar entre espinas, para no eliminar la hipocresía y otras malas hierbas.

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