Porque he aquí, enviaré serpientes y víboras entre vosotros, reptiles de una especie muy venenosa, que no quedarán encantados ni serán inofensivos con música suave, y os morderán, dice el Señor. Los caldeos están aquí representados como enemigos crueles y destructivos, cuyo poder ningún medio podría contrarrestar. Con este destino de su amada nación ante sus ojos, el profeta estalla en un amargo lamento.

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