Por la gran fuerza de mi enfermedad es cambiado mi vestido, por el poder terrible de Dios sus vestidos perdieron toda su apariencia, colgando alrededor de su forma encogida sueltos y ondeando, más como un saco que como un vestido; me ata como el cuello de mi abrigo, ya no se sostiene correctamente, sino que se adhiere a él como el cuello de una camisa ajustada.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad