Y echaron suertes sobre mi pueblo, después de haberlos tomado cautivos, y dieron un niño por ramera, es decir, como precio por el cual consiguieron los servicios de una prostituta, y vendieron una niña por vino, por causa de ello. de un libertino borracho, para que bebieran. La descripción es típica de la manera en que los enemigos del Señor han tratado a los creyentes.

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