Sigue ahora otra indignidad aún mayor; porque echaron suertes sobre el pueblo de Dios, - En mi pueblo echaron suertes, y prostituyeron a un niño por una ramera, y a una niña que vendieron por vino, para que pudieran beber. Con estas palabras, el Profeta aumenta el daño que les causó; porque los judíos habían sido tratados con reproche. Cierta medida de la humanidad se muestra principalmente cuando se venden hombres; pero el Profeta aquí se queja en la persona de Dios, de que los judíos habían sido expuestos a la venta, como si fueran la despreciación de la humanidad, y de ninguna manera. Han echado suertes, dice; y esto era para mostrar desprecio; y el Profeta expresa más claramente lo que quiso decir, y dice que un niño había sido dado por una ramera, y una niña por vino. Algunos consideran que el Profeta dijo que los niños fueron prostituidos a base y propósitos escandalosos; pero prefiero otro punto de vista: que los enemigos los vendieron por un precio medio para satisfacer su glotonería o su lujuria; como si el Profeta hubiera dicho que los judíos tuvieron que soportar un grave reproche al ser puestos a la venta, como dicen, y eso al precio más bajo. Además agrega otro tipo de desprecio; Por el precio que obtuvieron los enemigos vendiendo, lo gastaron en prostitutas o en banquetes. Por lo tanto, vemos que aquí se menciona una doble herida: los judíos habían sido tan despreciados como para no ser considerados hombres, y habían sido vendidos no por los precios habituales, pero sus enemigos los habían despreciado casi por nada; - y el otro reproche fue que el precio que obtuvieron por ellos se gastó luego en glotonería y prostitución: sin embargo, este pueblo era sagrado para Dios. Ahora, este tratamiento contundente, dice el Profeta, Dios no aguantaría, sino que vengaría un error tan grande como si se hiciera a sí mismo. Este es entonces el significado.

Pero la razón que me induce así a interpretar al Profeta es porque dice que una niña fue vendida por vino, como el niño por una ramera; y la construcción de las palabras del Profeta es la misma. De hecho, es cierto que en la última cláusula el Profeta no quiso decir nada más que que el precio se gastó perversamente con fines viles y vergonzosos; entonces la cláusula anterior debe entenderse de la misma manera. Sigamos -

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