Y el Señor los desconcertó, los amorreos, delante de Israel, los confundió y desamparó ante este ataque repentino, y los mató con una gran matanza en Gabaón, y los persiguió por el camino que sube a Bet-horón, el paso en el montañas que conducían a las llanuras más allá, y las azotaban hasta Azeca y Maceda, muy abajo en las tierras bajas de Filistea, cambiando así la batalla rápidamente a huida y persecución a una distancia de unas treinta millas.

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