Pero los filisteos lo tomaron, lo prendieron con odio vengativo, le sacaron los ojos y lo llevaron a Gaza, y lo ataron con cadenas de bronce como salvaguarda contra su fuga; y molió en la prisión, condenado al trabajo más bajo de las esclavas. Ese es el resultado invariable si los hombres aman los deseos del mundo, especialmente los pecados contra el Sexto Mandamiento. El que cede a la tentación varias veces se debilitará con cada ataque que se le haga, hasta convertirse en esclavo del pecado.

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