Y Miqueas le dijo: Quédate conmigo, y sé para mí un padre y un sacerdote, para ser tratado con toda reverencia y honor, y yo te daré diez siclos de plata por año (alrededor de $ 6,40 en efectivo) y un traje de vestir, la ropa necesaria y sus víveres, así también se incluyó su tabla. De modo que el levita entró, olvidándose por completo de que estaba consagrado solo al servicio de Jehová.

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