El aliento de nuestras fosas nasales, es decir, el rey, que era necesario para la vida de la nación, el ungido del Señor, fue tomado en sus fosas, capturado por los enemigos, de quienes dijimos: Bajo su sombra viviremos entre el pagano; esperaban vivir a salvo bajo su protección. Pero a pesar del panorama sombrío, todavía hay alguna esperanza para el futuro.

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