Y esto os será por estatuto perpetuo, para hacer expiación por los hijos de Israel por todos sus pecados una vez al año. Y él, Aarón, hizo como el Señor le ordenó a Moisés. Cuando llegó el momento, este día festivo se cumplió debidamente y todas las ceremonias se llevaron a cabo de acuerdo con la voluntad del Señor. Por su simbolismo y por la fe de los verdaderos israelitas, los ritos del gran Día de la Expiación tuvieron poder y eficacia hasta que Cristo hizo Su gran sacrificio, con su poder eterno.

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