Y todo hombre de los hijos de Israel, o de los extranjeros que peregrinan entre vosotros, que cace y captura cualquier animal o ave que pueda ser devorada, siendo los que habían sido declarados inmundos, por supuesto, excepto Levítico 11, él incluso derramará su sangre y la cubrirá con polvo, para evitar cualquier profanación de la sangre como medio de expiación y expiación por los pecados.

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