Y en toda la tierra de vuestra posesión daréis redención a la tierra; el vendedor debía tener siempre el derecho de rescatar la tierra que había vendido, como se indica en el reglamento que sigue al final del Capítulo. Los cristianos tampoco pierden de vista el hecho de que no son más que extraños y peregrinos aquí en la tierra, que mantienen sus posesiones solo por la generosidad del Señor, y que su verdadero hogar está arriba.

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