Habéis dicho: Servir a Dios es en vano, no vale la pena, como dicen los burladores de nuestros días; ¿Y de qué nos sirve que hayamos guardado su ordenanza y que hayamos caminado con tristeza delante del Señor de los ejércitos? con todos los indicios de profundo dolor y duelo por sus pecados. Su queja era que era un mal negocio, que no pagaba.

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