Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.

La narración revela una intimidad respetuosa por parte de los discípulos. Cuando Jesús regresó a casa, no dudaron en pedir una explicación, para que el significado de la parábola les fuera del todo claro. Fue paciente con ellos. Les interpretó un punto tras otro. El ancho mundo es la mies del Hijo del Hombre, que aquí se representa a sí mismo como el Señor de la Iglesia.

Su simiente son los creyentes; los incrédulos son los hijos del diablo. En el momento de la cosecha, su incredulidad se hará evidente, aunque la han escondido hábilmente bajo una apariencia de piedad. Se les llama infractores que obstaculizan el desarrollo del buen grano; son culpables de conducta contraria a la ley, de ignorar deliberadamente la ley. Estos hechos no deberían sorprender a los cristianos.

"Cristo no solo nos habla de esto, sino que también nos indica la razón de donde viene tanta basura, que en la Iglesia donde se siembra la verdadera semilla, es decir, se predica la Palabra de Dios en su verdad y pureza, todavía hay tantas tantas malas hierbas, tantos hipócritas y falsos cristianos, pero nos indica el motivo para advertirnos de la ofensa, que de otra manera escandaliza al mundo entero y le hace decir que nada bueno viene de la predicación del Evangelio.

Esto no es culpa de la doctrina, que es pura y sana; tampoco es culpa de los predicadores, que quisieran ver y aplicar toda la diligencia necesaria para que el pueblo se vuelva más piadoso. Pero es culpa del enemigo, del diablo; Lo hace como el labrador o el vecino perverso: Cuando la gente duerme y no piensa en el mal, él no duerme, sino que viene y siembra cizaña en el campo. Ese es el punto que también se destaca en la parábola anterior: Él se apodera de los corazones para que no presten atención a la Palabra, y así día a día se alejen más de ella, y deje que el diablo los guíe y los impulse como lo hará, en toda clase de pecado y vergüenza ".

En el Día del Juicio tendrá lugar el zarandeo: Los falsos cristianos recibirán su sentencia y serán condenados a sufrir las torturas del fuego del infierno, donde el llanto y el crujir de dientes será su suerte. Pero aquellos a quienes Cristo ha declarado justos, que son justos a sus ojos por los méritos del Salvador a quien han aceptado, recibirán la recompensa de la misericordia. Su gloria será un resplandor visible y resplandeciente, como del sol.

Y tendrán la plena conciencia de que Dios es su verdadero Padre en Jesucristo, por quien son justificados ante él y han recibido la adopción de hijos. Es una cuestión de anticipación ferviente y en oración.

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