La Autoridad de Cristo.

Pregunta de los ancianos: Y cuando llegó al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?

Los miembros del Sanedrín judío, el Gran Consejo de la Iglesia Judía, siempre estuvieron celosos de sus derechos y sospecharon de cualquiera que se atreviera a pensar y actuar por sí mismo. El punto de su pregunta era: si reclamas la autoridad para purgar el templo, si enseñas y sanas abiertamente en el templo, danos un relato de tu carácter profético, prueba que tienes la misión de un profeta de parte de Dios.

Fue un resentimiento tonto, uno que, por cierto, puso al descubierto la ceguera de los gobernantes. Porque Jesús había dado innumerables ejemplos de su poder profético, tanto por milagros como por una predicación tan autorizada como ningún otro maestro de Israel poseía. Su demanda es doble: Danos evidencia de que realmente posees esta autoridad; entonces confírmenos también en cuanto a la fuente de la autoridad que está utilizando. Querían que rindiera cuentas por cualquier acto que hubiera realizado en su ministerio oficial.

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