Rogad, pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.

El ministerio de Cristo lo llevó al contacto más íntimo con la gente, le dio la percepción más clara de su condición moral y religiosa. Se le sugirieron dos imágenes: un rebaño de ovejas abandonado en el desierto y una cosecha que se desperdicia por falta de segadores. Las personas que conoció estaban débiles, abrumadas, afligidas, abatidas, exhaustas por la conducción larga y sin rumbo, completamente agotadas y dispersas.

No tenían pastores fieles. Los fariseos y los escribas afligidos, preocupados por sus almas con sus desolladuras legales, les dieron miles de preceptos que regulaban los más mínimos detalles de sus vidas, pero ni les enseñaron dónde sacar las fuerzas ni les dieron el consuelo del Evangelio. La mayoría de la gente estaba en la más terrible angustia espiritual. ¡Un espectáculo lamentable! Pero esto es para despertarlos a la acción.

La mies de Dios siempre es grande, ya que Él quiere que todos los hombres se salven. Cuando las almas se han cansado y se han saciado de las cáscaras de las doctrinas humanas y las tradiciones de los hombres, son más aptas para sentir y darse cuenta de su necesidad del Evangelio de Jesús, como en el caso de muchos de la nación judía, Los trabajadores, que están en total simpatía con las enseñanzas del Evangelio, que están dispuestos a trabajar para Cristo, son pocos.

En ese momento solo el Señor y aquí y allá un verdadero israelita estaban trabajando por el Reino. Se necesita algo de la compasión de Cristo, algo de esa conmiseración divina que conmovió el corazón de Cristo; se necesita algo de esa voluntad de trabajar y, si es necesario, de sufrir, que caracterizó el ministerio de Cristo; y se necesita, por último, la fuerza de las oraciones que asaltan el cielo al Señor de la mies, al gran Señor del Reino, que Él mismo expulsaría, que impulsará y hará que los corazones de los obreros estén dispuestos a hacerlo. los envía a cosechar las almas para su reino eterno.

Resumen. Jesús sana a un paralítico, llama a Mateo, cena con él y da una lección de humildad y ayuno, resucita a la hija de Jairo, sana a la mujer con flujo de sangre, da la vista a dos ciegos, expulsa a un demonio mudo, y saca una lección de su ministerio

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