Entonces el Señor abrió los ojos de Balaam, y él vio al ángel del Señor parado en el camino, hizo visible la forma del ángel a los ojos de Balaam, como lo había hecho antes en el caso de su asno, y su espada desenvainada en Su mano, lista para una matanza y destrucción repentinas. E inclinó la cabeza y cayó de bruces, vencido, al fin, por el terror de Jehová.

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