v. 2. El que camina en su rectitud teme al Señor, porque el temor de Jehová es el principio rector en la vida de los rectos; pero el que es perverso en sus caminos lo desprecia, es decir, su desprecio del Señor se manifiesta en su conducta perversa y maliciosa, que ninguna cantidad de actividad religiosa externa puede cubrir.

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