v. 8. La sabiduría del prudente es comprender su camino, observar hacia dónde se dirige, prestar mucha atención a su conducta; pero la locura de los necios es el engaño, el autoengaño, ya que son deliberadamente ciegos a las demandas de cada situación en la que se encuentran, y por eso invitan al castigo y la destrucción sobre sí mismos.

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