v. 25. Hiere al escarnecedor, que es irreprensible, en cuyo caso ninguna amonestación dará fruto, y el simple se cuidará; aunque no tenga experiencia, aprenderá una lección por coacción; y reprende al que tiene entendimiento, que está ansioso por aprender la prudencia, y comprenderá el conocimiento, inmediatamente aceptará la corrección y actuará en consecuencia.

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