v. 35. Me han herido, dirás, siendo bien imitado el lenguaje del borracho, y yo no estaba enfermo, él no sintió el dolor de ello; me han golpeado y yo no lo sentí, él no se dio cuenta; ¿Cuándo despertaré? Está ansioso por superar el efecto del libertinaje actual. Lo buscaré una vez más; porque el que es adicto al vicio de la intemperancia está atado como con cadenas, es un esclavo voluntario.

Toda la descripción es notablemente fiel a la realidad y pretende llenar al lector con la más profunda aversión y odio por el pecado de la embriaguez, que convierte a los hombres en bestias brutas y, a menudo, los degrada incluso por debajo del nivel de los animales.

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