REFLEXIONES.

¡QUÉ males surgen de las corrupciones de nuestra naturaleza caída! Y hasta que la gracia renueve el corazón, está lleno de inmundicia. Como el pobre en posesión del enemigo cuyo nombre era Legión; de modo que las tropas de las concupiscencias y una legión de enemigos de las tinieblas conducen al corazón a un cautiverio continuo. Todo pecado, toda vanidad de la vida, como Barrabás de antaño, se prefiere al Redentor. Las cáscaras más viles del mundo, la escoria de la felicidad imaginada, en resumen, cualquier cosa y todo lo que sea de naturaleza carnal, toma la delantera en la mente carnal.

¡Señor! Yo diría por mí y por Lector, danos a conocer y buscar los placeres inmarcesibles que están en Cristo y su evangelio. Aquí dejen que nuestros deseos sean dirigidos; y en él y en su gran salvación se centren todos nuestros deseos. ¡Bendito Jesús! lo has dicho, y la verdad de esto es innegable; el que te tiene, tiene bienes, y tú llenarás todos sus tesoros, porque las riquezas y la honra están contigo; sí, riquezas duraderas y justicia.

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