Y Rut dijo, como el clímax de una escena de maravillosa delicadeza y ternura inigualable, en una rivalidad de afecto que no tiene paralelo en los anales humanos: Ruegame que no te deje ni que vuelva de seguirte; porque adonde tú vas, yo iré; y donde tú alojes, yo moraré; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios;

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