Salí llena, rica, como esposa y madre, y el Señor me hizo volver a casa vacía, sin marido ni hijos; ¿Por qué, entonces, me llamáis Noemí, viendo que el Señor ha testificado contra mí, se ha declarado su adversario al privarla de sus amados, y el Todopoderoso me ha afligido? Dios había hecho del dolor su porción, para enseñarle a confiar en Él de manera aún más implícita.

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