El Señor está en Su santo templo, en el trono de Su palacio, Su templo celestial: el trono del Señor está en el cielo, toda la tierra está absolutamente bajo Su gobierno. Sus ojos contemplan, sus párpados tratan, con una mirada penetrante, que todo lo ve, a los hijos de los hombres. Jehová estaba plenamente consciente de todo lo que estaba sucediendo en el mundo, y David sintió que podía confiar con seguridad en Su gobierno poderoso y justo, que nada podría dañarlo sin el permiso del Rey celestial.

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