El Señor está en su santo templo El salmista, habiendo declarado, en el primer versículo, que su confianza estaba en Jehová, y habiendo mencionado el consejo de sus amigos, se supone que ahora está procediendo a mostrar la idoneidad y propiedad de su confianza, a pesar de la aparente situación desesperada de los asuntos. Sus palabras, consideradas en respuesta a sus amigos, pueden interpretarse de la siguiente manera: Mi respuesta para ti es que el mundo no está gobernado por el azar, ni los hombres pueden llevar las cosas como les plazca; pero el Señor, en cuya santa palacio sin consejos injustos posiblemente pueden entrar, que observa cada cosa de su templo en el cielo, y cuyo trono es infinitamente superior a la del rey más grande en la tierra: Él, Digo, es el gobernante supremo y más justo de todos los asuntos; y ninguna travesura puede ser tan secretamente inventada, ningún malvado designio tan ingeniosamente disimulado, pero yace abierto ante sus ojos, y él ve a través de él. Tampoco necesita tomarse la molestia de descubrirlo, porque a primera vista, mientras hablamos, discierne perfectamente cómo se inclinan todos los hombres y mira hasta el fondo de sus corazones.

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