Alabado sea el Señor, este es el tercer salmo de aleluya, que presenta la majestad de Dios, junto con su misericordia en el trato con los humildes. Se usó como introducción al gran hallel que cantaban los judíos en sus grandes festividades, particularmente en la Pascua. Alabad, siervos del Señor, todos los fieles, todos los verdaderos creyentes, que se deleitan en el verdadero ministerio de Jehová, alabad el nombre del Señor, exponiendo la gloria de Su esencia y atributos, como se muestra en Su Palabra y obras. .

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