Los mansos, los pobres pecadores que se dan cuenta de su propia indignidad y desean sólo la gracia y la misericordia de Jehová, comerán y quedarán satisfechos, participando de la plenitud de la redención de Cristo; alabarán al Señor los que lo buscan, llenos de la más profunda gratitud por los beneficios dados por Él; tu corazón vivirá para siempre, guardado por la fuerza del Redentor en el Evangelio.

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