Porque día y noche tu mano pesaba sobre mí, mientras él rehusaba volverse al Señor en verdadero arrepentimiento; mi humedad se convierte en la sequía del verano, habiéndole abandonado toda su vitalidad. Mientras el pecado no sea perdonado, devorará hasta la médula de los huesos y matará todo gozo de vida, como una úlcera o una plaga. Selah. Tal es la condición de los que no se arrepienten: la ira de Dios descansa sobre ellos, dándoles un anticipo del terrible castigo que los golpeará en el infierno. Pero todo esto finalmente tuvo su efecto sobre David.

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