No me niegues tus tiernas misericordias, oh Señor; que tu misericordia y tu verdad me conserven continuamente. Es el grito de un pecador pobre y afligido al que ha sobrevenido el castigo de Dios, que es torturado por la conciencia de su culpa; porque Cristo fue el completo Sustituto de la humanidad, haciendo suyas la miseria y la maldición sobre los hombres.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad